Tuesday, October 21, 2008
Ancient MesoAmerica News Updates 2008, No. 81: Ocotelulco, Tlaxcala - INAH Discovers Important Vestiges from the Period A.D. 1450-1500
While taking protective measures on a recently acquired piece of land close to the Zona Arqueológica de Ocotelulco, in the Mexican state of Tlaxcala, researchers made several important archaeological discoveries, among them building foundations, ceramics in codex style (of which 10 complete examples were found), and obsidian projectile points, as was reported today, Tuesday October 21, 2008, by the Instituto Nacional de Antropología e Historia. The foundations and objects were found just below the surface and most probably date to the period A.D. 1450-1500. The archaeological zone of Ocotelulco is located in the town of San Francisco Ocotelulco, within the municipy of Totolac, Tlaxcala. Ocotelulco is the second of the four most important señoríos that came into existence just prior to the Spanish conquest. It obtained its importance due to its very large market place where trade goods were marketed almost on a daily base, as described by Hernán Cortés in one of his "Cartas de Relación" (edited AMaNU):
Descubren vestigios de Señorío Tlaxcalteca - En un predio aledaño a la Zona Arqueológica de Ocotelulco, Tlaxcala, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron estructuras prehispánicas de uso habitacional y cerámica polícroma, pertenecientes a uno de los cuatro señoríos de la cultura tlaxcalteca, del periodo Posclásico Tardío (1450-1500 d. C.).
Los hechos se registraron en el perímetro sur del terreno, donde se identificaron los cimientos de lo que fueron las habitaciones de uso doméstico que los antiguos pobladores de la zona ocuparon, muy cerca del área ceremonial. El arqueólogo José Eduardo Contreras explicó que el hallazgo ocurrió cuando se procedió a rehabilitar banquetas, adoquines y colocar malla ciclónica para proteger el lugar, recientemente adquirido por el INAH con el fin de ampliar los estudios del sitio. Lo anterior, permitió la detección de vestigios estructurales acompañados por restos de cerámica los cuales hacen suponer que, además de ser zona habitacional, había espacios destinados para los desechos de los habitantes.
“En un principio hallamos tepalcates y posteriormente elementos de estructura arquitectónica como cimentaciones de plataforma, pisos y muros de estuco; y finalmente aparecieron piezas completas de cerámica polícroma”, agregó. Dichas estructuras se encontraron a tan sólo nueve centímetros de profundidad con relación al nivel del suelo, presentan una longitud de 6.40 metros por uno de profundidad; de acuerdo con el especialista del Centro INAH Tlaxcala, los hallazgos pertenecen al periodo Posclásico Tardío (1450- 1500 d. C.) de la cultura tlaxcalteca. La Zona Arqueológica de Ocotelulco se ubica en el poblado de San Francisco Ocotelulco, del municipio de Totolac, en el estado de Tlaxcala. Es considerado el segundo de los cuatro principales señoríos de la cultura tlaxcalteca y destaca por las crónicas que lo mencionan como un importante centro de comercio por su enorme tianguis donde, según las Cartas de Relación escritas por Hernán Cortés, “había más de 30 mil personas, entre comprando y vendiendo, casi diariamente”.
También se encontraron cuencos —jícaras de barro— decorados geométricamente en rojo y negro sobre anaranjado; un plato de tres soportes con decoración ritual en la parte inferior y superior; figurillas antropomorfas; y restos óseos de guajolote y venado, pertenecientes a tres ofrendas localizadas en las primeras excavaciones. Además, fueron identificados tres tlecuiles, fogones donde los habitantes cocinaban algunos alimentos, construidos a base de barro cocido, distribuidos a lo largo de las estructuras. Entre los objetos hallados resalta un plato polícromo que tiene en el fondo la representación de un sacerdote que sostiene un bastón ceremonial con cabeza de venado, y un cajete que tiene pintada un cráneo del mismo animal con la lengua de fuera; dicho cuadrúpedo está relacionado con la deidad principal, Acamaxtli, dios de la guerra, ya que era considerado su nahual.
El estilo pictórico de la cerámica se relaciona también con la pintura mural de la zona y con el Códice Borgia. Del rescate arqueológico hecho hasta el momento además de las 10 piezas completas de cerámica polícroma, se ha recuperado gran cantidad de tepalcates; puntas de flecha labradas en obsidiana; y figurillas antropomorfas. Algunas de las materias primas utilizadas proceden de otros puntos, por ejemplo la verde, que proviene de la Sierra de las Navajas, en Hidalgo.
La primera temporada de excavaciones concluirá en 15 días, y el arqueólogo Contreras Martínez espera que a principios del próximo año se retomen los trabajos en la zona (source INAH - Sala de Prensa).
Thursday, October 16, 2008
Ancient MesoAmerica News Updates 2008, No. 80: Teotihuacan, Mexico - Digital 3D Reconstructions in the Study of Burial Practices at the Temple of the Feathered Serpent
Today, Thursday October 16, 2008, the Instituto Nacional de Antropología e Historia posted a short report on the application of digital 3D reconstructions in research of the multiple primary and secondary burials at the Temple of the Feathered Serpent at Teotihuacan, Mexico. A total of 26 burials have been found during excavations in the 1980's and early 1990's, containing 139 individual human remains (edited by AMaNU):
Entierros teotihuacanos en realidad virtual - Una decena de entierros, colectivos e individuales descubiertos en la Pirámide de la Serpiente Emplumada, en la Zona Arqueológica de Teotihuacan (ZAT), son reconstruidos en realidad virtual mediante un proyecto encabezado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Esta iniciativa —en la que convergen arqueólogos y antropólogos físicos del Instituto, así como arquitectos, pedagogos e ingenieros industriales de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la Universidad—, cuyo objetivo inicial era únicamente la animación tridimensional de complejos arquitectónicos del sitio, se ha extendido al levantamiento artificial de los contextos fúnebres.
Los arqueólogos Sergio Gómez Chávez e Ignacio Rodríguez García, el antropólogo físico Luis Alfonso González Miranda y el arquitecto Roberto Pliego Hernández, son los responsables de las diferentes líneas de estudio que se asientan en programas computacionales y que permitirán tener una idea de los ritos funerarios teotihuacanos. Este tipo de reconstrucciones digitales permiten al público y a los especialista tener una idea de la manera original en que fueron colocados en la época prehispánica los cuerpos inertes, lo cual sería imposible deducir debido al mal estado de conservación en que se encontraron los entierros en la excavación, abundó Luis Alfonso González.
Por ejemplo, se realizó la reconstrucción virtual de un enterramiento individual, hallado originalmente en decúbito dorsal flexionado (boca arriba, con las piernas dobladas hacia el tórax), y aunque no tenía vasijas asociadas, en la animación se le colocaron algunas para mostrar los modelos cerámicos. Otro de los prototipos realizados se basó en un depósito mortuorio compuesto por nueve individuos y que fue localizado por el arqueólogo Rubén Cabrera en 1989. En uno más se reprodujo el cráneo de un individuo, acompañado con elementos de concha.
Primero a través del programa Poser y después en Tridimax, las reconstrucciones virtuales permiten simular el volumen corporal de las víctimas (con base en un estudio sobre las características físicas de la población teotihuacana, realizado por los investigadores María Eugenia Villanueva y Carlos Serrano), así como su posición esquelética.
Cabe mencionar que a diferencia del levantamiento tridimensional, la producción en realidad virtual brinda al espectador la sensación de inmersión, es decir, de estar dentro del lugar proyectado. Aunque las recreaciones son todavía preliminares, la intención es que una vez concluidos con éxito, sirvan en una primera instancia con fines docentes y de investigación y, posteriormente, puedan ser conocidos por el público en general, también mediante la opción de video.
¿Evidencia de conquista bélica o de actos rituales? - Conocido también como el Templo de Quetzalcóatl, de acuerdo con interpretaciones recientes, la Pirámide de la Serpiente Emplumada (150-225 d.C) localizada en La Ciudadela, estaba relacionada con la creación del tiempo y el calendario, y con la serpiente emplumada como patrona de los gobernantes.
Los arqueólogos Rubén Cabrera Castro y Saburo Sugiyama, responsables de las excavaciones en este edificio durante los años 80 e inicios de los 90, elaboraron una hipótesis según la cual ahí mismo podrían estar ofrendados 260 individuos, número que corresponde a los días que conforman el calendario ritual prehispánico.
Aunque ambos consideran que estos esqueletos son testimonio de guerra y conquista bélica —la mayoría se encontraron con atuendos militares y armas—, para el arqueólogo Sergio Gómez Chávez, “son evidencia de un acto ritual que refiere al asesinato sucedido en los tiempos míticos, aquellos homicidios que dieron origen al universo, a la vida y marcaron el comienzo del tiempo”.
Por su parte, el antropólogo físico Luis Alfonso González Miranda dio a conocer que hasta el momento se han encontrado 26 entierros en la Pirámide de la Serpiente Emplumada, de los cuales se obtuvieron los restos óseos de 139 individuos (en su mayoría adultos jóvenes), 113 correspondientes al sexo masculino y 24 al femenino.
“La edificación no está explorada en su totalidad, por lo tanto, hacen falta enterramientos para verificar la hipótesis de los maestros Cabrera y Sugiyama”, anotó el investigador. También destacó que varias de las inhumaciones, individuales y colectivas, guardan una conexión simétrica. A su vez, González Miranda sostiene la teoría de que se realizaban ceremonias al interior del Templo de Quetzalcóatl, de ahí que se ubiquen entierros primarios (esqueletos en relación anatómica) y secundarios (con muestras de que las osamentas fueron removidas).
“¿Por qué hablamos de sacrificio humano en gran escala?, personalmente sostengo que éstos se dieron por medio de la degollación debido a que las vértebras cervicales se tienen en relación anatómica y muestran las huellas de corte. Cabe aclarar que en Teotihuacan, aparte de este tipo de sacrificio, se practicaba la extracción del corazón”, concluyó el antropólogo físico (source INAH - Sala de Prensa).
Esta iniciativa —en la que convergen arqueólogos y antropólogos físicos del Instituto, así como arquitectos, pedagogos e ingenieros industriales de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la Universidad—, cuyo objetivo inicial era únicamente la animación tridimensional de complejos arquitectónicos del sitio, se ha extendido al levantamiento artificial de los contextos fúnebres.
Los arqueólogos Sergio Gómez Chávez e Ignacio Rodríguez García, el antropólogo físico Luis Alfonso González Miranda y el arquitecto Roberto Pliego Hernández, son los responsables de las diferentes líneas de estudio que se asientan en programas computacionales y que permitirán tener una idea de los ritos funerarios teotihuacanos. Este tipo de reconstrucciones digitales permiten al público y a los especialista tener una idea de la manera original en que fueron colocados en la época prehispánica los cuerpos inertes, lo cual sería imposible deducir debido al mal estado de conservación en que se encontraron los entierros en la excavación, abundó Luis Alfonso González.
Por ejemplo, se realizó la reconstrucción virtual de un enterramiento individual, hallado originalmente en decúbito dorsal flexionado (boca arriba, con las piernas dobladas hacia el tórax), y aunque no tenía vasijas asociadas, en la animación se le colocaron algunas para mostrar los modelos cerámicos. Otro de los prototipos realizados se basó en un depósito mortuorio compuesto por nueve individuos y que fue localizado por el arqueólogo Rubén Cabrera en 1989. En uno más se reprodujo el cráneo de un individuo, acompañado con elementos de concha.
Primero a través del programa Poser y después en Tridimax, las reconstrucciones virtuales permiten simular el volumen corporal de las víctimas (con base en un estudio sobre las características físicas de la población teotihuacana, realizado por los investigadores María Eugenia Villanueva y Carlos Serrano), así como su posición esquelética.
Cabe mencionar que a diferencia del levantamiento tridimensional, la producción en realidad virtual brinda al espectador la sensación de inmersión, es decir, de estar dentro del lugar proyectado. Aunque las recreaciones son todavía preliminares, la intención es que una vez concluidos con éxito, sirvan en una primera instancia con fines docentes y de investigación y, posteriormente, puedan ser conocidos por el público en general, también mediante la opción de video.
¿Evidencia de conquista bélica o de actos rituales? - Conocido también como el Templo de Quetzalcóatl, de acuerdo con interpretaciones recientes, la Pirámide de la Serpiente Emplumada (150-225 d.C) localizada en La Ciudadela, estaba relacionada con la creación del tiempo y el calendario, y con la serpiente emplumada como patrona de los gobernantes.
Los arqueólogos Rubén Cabrera Castro y Saburo Sugiyama, responsables de las excavaciones en este edificio durante los años 80 e inicios de los 90, elaboraron una hipótesis según la cual ahí mismo podrían estar ofrendados 260 individuos, número que corresponde a los días que conforman el calendario ritual prehispánico.
Aunque ambos consideran que estos esqueletos son testimonio de guerra y conquista bélica —la mayoría se encontraron con atuendos militares y armas—, para el arqueólogo Sergio Gómez Chávez, “son evidencia de un acto ritual que refiere al asesinato sucedido en los tiempos míticos, aquellos homicidios que dieron origen al universo, a la vida y marcaron el comienzo del tiempo”.
Por su parte, el antropólogo físico Luis Alfonso González Miranda dio a conocer que hasta el momento se han encontrado 26 entierros en la Pirámide de la Serpiente Emplumada, de los cuales se obtuvieron los restos óseos de 139 individuos (en su mayoría adultos jóvenes), 113 correspondientes al sexo masculino y 24 al femenino.
“La edificación no está explorada en su totalidad, por lo tanto, hacen falta enterramientos para verificar la hipótesis de los maestros Cabrera y Sugiyama”, anotó el investigador. También destacó que varias de las inhumaciones, individuales y colectivas, guardan una conexión simétrica. A su vez, González Miranda sostiene la teoría de que se realizaban ceremonias al interior del Templo de Quetzalcóatl, de ahí que se ubiquen entierros primarios (esqueletos en relación anatómica) y secundarios (con muestras de que las osamentas fueron removidas).
“¿Por qué hablamos de sacrificio humano en gran escala?, personalmente sostengo que éstos se dieron por medio de la degollación debido a que las vértebras cervicales se tienen en relación anatómica y muestran las huellas de corte. Cabe aclarar que en Teotihuacan, aparte de este tipo de sacrificio, se practicaba la extracción del corazón”, concluyó el antropólogo físico (source INAH - Sala de Prensa).
Monday, October 13, 2008
Ancient MesoAmerica News Updates 2008, No. 79: San Lorenzo Tenochtitlan, Veracruz - Discovery of Some 150,000 Olmec Stone Whistles
Recently over 150,000 Olmec stone whistles were found at the archaeological site of San Lorenzo Tenochtitlan, in the Mexican state of Veracruz. The stone used to make these whistles is ilmenite, the color of which is black with a metalic shine or lustre. Today, Monday October 13, 2008, the Instituto Nacional de Antropología e Historia posted a short report on recent research on the Olmec stone whistles by Roberto Velázquez Cabrera, a specialist in the archaeology of sound (edited by AMaNU):
Tecnología prehispánica: Ilmenita sonora, acustica milenaria - El silbato de un árbitro suena para indicar que el juego ha terminado, al igual que la chicharra anuncia el fin de la jornada laboral en una vieja fábrica. Sin embargo, ni los jugadores ni los obreros saben que esos artefactos tienen su origen en los generadores de ruido desarrollados hace más de tres mil años por la cultura olmeca.
Tal es el caso de los generadores de ruido hechos de rocas de ilmenita, que emulaban los ruidos y sonidos del viento que, por sus características, han llegado a ser confundidos con cuentas y piezas de ornamento. A pesar de estas interpretaciones erróneas, nuevas investigaciones han permitido considerar que estos sopladores, llamados también silbatos, son la evidencia sonora más antigua de la época prehispánica.
Roberto Velázquez Cabrera, especialista en arqueología sonora, mencionó que los generadores de ruido hechos de ilmenita son el antecedente de los llamados silbatos de la muerte que civilizaciones como la mexica y la maya usaron en rituales mortuorios. Los generadores de ruido de ilmenita, a diferencia de los silbatos de la muerte que presentaban el diseño de un cráneo, se caracterizan por una forma cuadrada, con los extremos cóncavos, y dos orificios que atraviesan la pequeña estructura. Uno de estos hoyos posee medidas mayores al otro, lo cual está relacionado directamente con su función sonora.
A pesar de sus formas diferentes, ambos dispositivos poseen el mismo principio acústico basado en el caos que se forma al momento que el viento, proveniente de direcciones encontradas, choca y provoca la generación de ruidos. El especialista, quien presentó su investigación titulada "Ilmenita Sonora," en el Museo Nacional de Antropología, puntualizó que el aire generado por la boca entra por uno de los orificios y llega a una cámara circular sin salida, lo que ocasiona que regrese e intente salir por el mismo lugar. Esto genera un caos de viento que emite un ruido.
Las frecuencias emitidas por estos generadores de ruido alcanzan hasta los 4 mil hertz, rango que tolera y aprecia el oído humano, por lo que dichos sonidos pueden recorrer grandes distancias (200 a 500 metros) a partir del lugar donde son ejecutados. Sin embargo, el alcance era aún mayor cuando las personas se ubicaban en regiones altas.
Otra de las conclusiones a las que llegó Velázquez Cabrera durante su investigación, es que para la elaboración de los silbatos, se utilizaron “taladros” prehispánicos diseñados a partir de un arco de vara, que sostenía, de una punta a otra, un cordón que servía para enredar una “broca” que al girarla desgastaba la pieza trabajada. La “broca” era un palo rígido, con una punta hecha, generalmente, de un material mucho más resistente que el que se taladraba, e inclusive hay evidencias del uso de sustancias abrasivas como polvo de cuarzo y arena de mar para tal fin.
“Es sorprendente la tecnología desarrollada por esos pueblos para la elaboración de los silbatos; el hecho de crear artefactos para perforar piedras tan duras como la ilmenita habla de conocimientos significativos para la época”. Las técnicas que el especialista menciona, perduran hasta nuestros días. En la actualidad existe una especie de silbatos hechos de corcholatas de refrescos, las cuales se aplanan, se doblan por la mitad, y se perforan por ambas caras. Estos dispositivos metálicos poseen el mismo principio que los prehispánicos y subsisten como juguetes para los niños.
Otro dato relevante es el reciente hallazgo de una gran cantidad de piezas generadoras de ruido de ilmenita, 150 mil, aproximadamente, en el sitio arqueológico de San Lorenzo Tenochtitlan, al sureste de Veracruz. En conjunto alcanzan las 6 toneladas de peso, las cuales se encuentran bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Este tipo de roca es una de las más duras conocidas hasta hoy debido a su origen ígneo. Por sus características es considerado un mineral débilmente magnético, generalmente de color negro o gris, con una composición de oxido férrico, magnesio y manganeso. La ilmenita es utilizada para realizar aleaciones para la industria espacial y pigmentos.
Actualmente, los sonidos de la naturaleza, de animales y del contexto en general, se pueden guardar en dispositivos modernos que permiten su posterior reproducción o utilización para fines determinados. Hace cientos de años, en la época prehispánica, también eran grabados en la memoria de los hombres y reproducidos mediante instrumentos que les permitieron imitarlos en diferentes rituales y contextos (source INAH - Sala de Prensa).
Tal es el caso de los generadores de ruido hechos de rocas de ilmenita, que emulaban los ruidos y sonidos del viento que, por sus características, han llegado a ser confundidos con cuentas y piezas de ornamento. A pesar de estas interpretaciones erróneas, nuevas investigaciones han permitido considerar que estos sopladores, llamados también silbatos, son la evidencia sonora más antigua de la época prehispánica.
Roberto Velázquez Cabrera, especialista en arqueología sonora, mencionó que los generadores de ruido hechos de ilmenita son el antecedente de los llamados silbatos de la muerte que civilizaciones como la mexica y la maya usaron en rituales mortuorios. Los generadores de ruido de ilmenita, a diferencia de los silbatos de la muerte que presentaban el diseño de un cráneo, se caracterizan por una forma cuadrada, con los extremos cóncavos, y dos orificios que atraviesan la pequeña estructura. Uno de estos hoyos posee medidas mayores al otro, lo cual está relacionado directamente con su función sonora.
A pesar de sus formas diferentes, ambos dispositivos poseen el mismo principio acústico basado en el caos que se forma al momento que el viento, proveniente de direcciones encontradas, choca y provoca la generación de ruidos. El especialista, quien presentó su investigación titulada "Ilmenita Sonora," en el Museo Nacional de Antropología, puntualizó que el aire generado por la boca entra por uno de los orificios y llega a una cámara circular sin salida, lo que ocasiona que regrese e intente salir por el mismo lugar. Esto genera un caos de viento que emite un ruido.
Las frecuencias emitidas por estos generadores de ruido alcanzan hasta los 4 mil hertz, rango que tolera y aprecia el oído humano, por lo que dichos sonidos pueden recorrer grandes distancias (200 a 500 metros) a partir del lugar donde son ejecutados. Sin embargo, el alcance era aún mayor cuando las personas se ubicaban en regiones altas.
Otra de las conclusiones a las que llegó Velázquez Cabrera durante su investigación, es que para la elaboración de los silbatos, se utilizaron “taladros” prehispánicos diseñados a partir de un arco de vara, que sostenía, de una punta a otra, un cordón que servía para enredar una “broca” que al girarla desgastaba la pieza trabajada. La “broca” era un palo rígido, con una punta hecha, generalmente, de un material mucho más resistente que el que se taladraba, e inclusive hay evidencias del uso de sustancias abrasivas como polvo de cuarzo y arena de mar para tal fin.
“Es sorprendente la tecnología desarrollada por esos pueblos para la elaboración de los silbatos; el hecho de crear artefactos para perforar piedras tan duras como la ilmenita habla de conocimientos significativos para la época”. Las técnicas que el especialista menciona, perduran hasta nuestros días. En la actualidad existe una especie de silbatos hechos de corcholatas de refrescos, las cuales se aplanan, se doblan por la mitad, y se perforan por ambas caras. Estos dispositivos metálicos poseen el mismo principio que los prehispánicos y subsisten como juguetes para los niños.
Otro dato relevante es el reciente hallazgo de una gran cantidad de piezas generadoras de ruido de ilmenita, 150 mil, aproximadamente, en el sitio arqueológico de San Lorenzo Tenochtitlan, al sureste de Veracruz. En conjunto alcanzan las 6 toneladas de peso, las cuales se encuentran bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Este tipo de roca es una de las más duras conocidas hasta hoy debido a su origen ígneo. Por sus características es considerado un mineral débilmente magnético, generalmente de color negro o gris, con una composición de oxido férrico, magnesio y manganeso. La ilmenita es utilizada para realizar aleaciones para la industria espacial y pigmentos.
Actualmente, los sonidos de la naturaleza, de animales y del contexto en general, se pueden guardar en dispositivos modernos que permiten su posterior reproducción o utilización para fines determinados. Hace cientos de años, en la época prehispánica, también eran grabados en la memoria de los hombres y reproducidos mediante instrumentos que les permitieron imitarlos en diferentes rituales y contextos (source INAH - Sala de Prensa).
Thursday, October 2, 2008
Ancient MesoAmerica News Updates 2008, No. 78: Nevado de Toluca - INAH Reports on the Preservation of the Prehispanic Wooden Scepters
Today, Thursday October 2, 2008, the Instituto Nacional de Antropología e Historia posted a short report on the progress of the preservation of some of the most important perishable objects found at the two lagunas at the Nevado de Toluca in 2007. Among these objects are 16 scepters made of wood, possibly wooden representations of the xiuhcoatl or "fire serpent." The xiuhcoatl scepter is wielded by the god Tlaloc in various central Mexican sources and this scepter represented the force through which Tlaloc controled the rain. The scepters have been dated to the late Postclassic period, circa A.D. 1200-1300 to 1521. The smallest examples measures some 12 cm., while the largest scepter is some 1,2 m. long (edited by AMaNU):
Hallados en el Nevado de Toluca: Restauran cetros prehispánicos - Después de un año cuatro meses concluyó la restauración y consolidación de 16 cetros prehispánicos de madera denominados rayo-serpiente o xiuhcoatl, hallados en 2007 en la Laguna de La Luna del Nevado de Toluca, por especialistas en arqueología subacuática y de alta montaña, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Este tipo de bastones, según imágenes en los códices Matritence, Borbónico y Durán, eran portados por el dios Tláloc y representaban la fuerza para controlar la lluvia. Dichas piezas, junto con otros materiales como puntas y pencas de maguey, representaban la ofrenda principal que resguardaban las lagunas de El Sol y La Luna del Nevado de Toluca desde la época prehispánica.
Los cetros fueron intervenidos en la Coordinación Nacional Conservación del Patrimonio Cultural, por la restauradora Luisa Mainou, quien aseguró que la preservación de las piezas fue muy ardua debido al estado de descomposición en que se encontraba la madera, tras haber estado por mucho tiempo sumergida en agua. El proceso, con el que además de logró identificar el tipo de madera con que fueron hechos los bastones, consistió en cuatro etapas, la primera de ellas relativa al registro gráfico y detallado de cada una de las piezas, para posteriormente iniciar la consolidación.
Las piezas fechadas para el Posclásico Tardío (1200/1300-1521d.C.), tienen forma de rayo o víbora y miden entre 1.20 metros y 12.5 centímetros; según los análisis biológicos, 14 de ellas fueron hechas de pino, mientras las dos restantes se trabajaron con madera de encino. Estos hallazgos, junto con otros materiales como puntas y pencas de maguey, representaban la ofrenda principal que resguardaban las lagunas de El Sol y La Luna del Nevado de Toluca desde la época prehispánica.
La segunda etapa de intervención consistió en el tratamiento de los cetros o bastones para lograr su preservación, mediante un proceso de lavado y de inmersiones en una solución especial para prevenir el contagio de hongos, al final de éste fueron puestos en refrigeración por cinco meses. Después de ese tiempo, comenzó la etapa de conservación de las piezas que consistió en cubrir las mismas con una solución conocida como polietilenglicol, la cual tiene la propiedad de sacar el agua de la madera y con ello evitar una pérdida de volumen. Además por las características de este líquido, también fue posible corregir algunas torsiones de la madera y lograr que los cetros quedaran rectos.
En la última etapa se llevaron a cabo los trabajos de restauración, mediante una resina llamada quitina que tiene la virtud de proteger y consolidar la madera seca, además de devolverle resistencia y dureza. Algunos de los cetros estaban fragmentados, por lo que fue necesario realizar una reintegración de los mismos, cuyos pedazos fueron unidos con una cola orgánica que no altera la consolidación de la madera.
Otros elementos que se rescataron en la Laguna de La Luna fueron puntas y pencas de maguey que, de acuerdo a las investigaciones, sirvieron para realizar autosacrificios. Se insertaban púas de maguey en el lóbulo de la oreja y en la lengua para sangrarse y ofrecer el autosacrificio a Tláloc, con el fin de que trajera buen temporal de lluvias. Después de la práctica las espinas eran ofrendadas, a este acto se le conocía como neutzmanaliztli. Estos materiales también fueron sometidos a consolidación y restauración para evitar su pérdida, "en este caso el proceso fue relativamente sencillo, se lavaron con agua destilada y agua alcohol para matar a los microorganismos nocivos, posteriormente se secaron y se consolidaron con quitina, finalmente se dejaron secar al aire libre", concluyó Luisa Mainou.
Además de estos materiales, los arqueólogos que participaron en la primera temporada de investigaciones en el Nevado de Toluca rescataron diversos objetos prehispánicos, como turquesa, cuentas cilíndricas de jadeita, petatillos, navajillas de obsidiana y copal, que también son sometidos a diversos procesos de restauración (source INAH - Sala de Prensa).
Este tipo de bastones, según imágenes en los códices Matritence, Borbónico y Durán, eran portados por el dios Tláloc y representaban la fuerza para controlar la lluvia. Dichas piezas, junto con otros materiales como puntas y pencas de maguey, representaban la ofrenda principal que resguardaban las lagunas de El Sol y La Luna del Nevado de Toluca desde la época prehispánica.
Los cetros fueron intervenidos en la Coordinación Nacional Conservación del Patrimonio Cultural, por la restauradora Luisa Mainou, quien aseguró que la preservación de las piezas fue muy ardua debido al estado de descomposición en que se encontraba la madera, tras haber estado por mucho tiempo sumergida en agua. El proceso, con el que además de logró identificar el tipo de madera con que fueron hechos los bastones, consistió en cuatro etapas, la primera de ellas relativa al registro gráfico y detallado de cada una de las piezas, para posteriormente iniciar la consolidación.
Las piezas fechadas para el Posclásico Tardío (1200/1300-1521d.C.), tienen forma de rayo o víbora y miden entre 1.20 metros y 12.5 centímetros; según los análisis biológicos, 14 de ellas fueron hechas de pino, mientras las dos restantes se trabajaron con madera de encino. Estos hallazgos, junto con otros materiales como puntas y pencas de maguey, representaban la ofrenda principal que resguardaban las lagunas de El Sol y La Luna del Nevado de Toluca desde la época prehispánica.
La segunda etapa de intervención consistió en el tratamiento de los cetros o bastones para lograr su preservación, mediante un proceso de lavado y de inmersiones en una solución especial para prevenir el contagio de hongos, al final de éste fueron puestos en refrigeración por cinco meses. Después de ese tiempo, comenzó la etapa de conservación de las piezas que consistió en cubrir las mismas con una solución conocida como polietilenglicol, la cual tiene la propiedad de sacar el agua de la madera y con ello evitar una pérdida de volumen. Además por las características de este líquido, también fue posible corregir algunas torsiones de la madera y lograr que los cetros quedaran rectos.
En la última etapa se llevaron a cabo los trabajos de restauración, mediante una resina llamada quitina que tiene la virtud de proteger y consolidar la madera seca, además de devolverle resistencia y dureza. Algunos de los cetros estaban fragmentados, por lo que fue necesario realizar una reintegración de los mismos, cuyos pedazos fueron unidos con una cola orgánica que no altera la consolidación de la madera.
Otros elementos que se rescataron en la Laguna de La Luna fueron puntas y pencas de maguey que, de acuerdo a las investigaciones, sirvieron para realizar autosacrificios. Se insertaban púas de maguey en el lóbulo de la oreja y en la lengua para sangrarse y ofrecer el autosacrificio a Tláloc, con el fin de que trajera buen temporal de lluvias. Después de la práctica las espinas eran ofrendadas, a este acto se le conocía como neutzmanaliztli. Estos materiales también fueron sometidos a consolidación y restauración para evitar su pérdida, "en este caso el proceso fue relativamente sencillo, se lavaron con agua destilada y agua alcohol para matar a los microorganismos nocivos, posteriormente se secaron y se consolidaron con quitina, finalmente se dejaron secar al aire libre", concluyó Luisa Mainou.
Además de estos materiales, los arqueólogos que participaron en la primera temporada de investigaciones en el Nevado de Toluca rescataron diversos objetos prehispánicos, como turquesa, cuentas cilíndricas de jadeita, petatillos, navajillas de obsidiana y copal, que también son sometidos a diversos procesos de restauración (source INAH - Sala de Prensa).