Ancient MesoAmerica News Updates 2008, No. 78: Nevado de Toluca - INAH Reports on the Preservation of the Prehispanic Wooden Scepters
Today, Thursday October 2, 2008, the Instituto Nacional de Antropología e Historia posted a short report on the progress of the preservation of some of the most important perishable objects found at the two lagunas at the Nevado de Toluca in 2007. Among these objects are 16 scepters made of wood, possibly wooden representations of the xiuhcoatl or "fire serpent." The xiuhcoatl scepter is wielded by the god Tlaloc in various central Mexican sources and this scepter represented the force through which Tlaloc controled the rain. The scepters have been dated to the late Postclassic period, circa A.D. 1200-1300 to 1521. The smallest examples measures some 12 cm., while the largest scepter is some 1,2 m. long (edited by AMaNU):
Hallados en el Nevado de Toluca: Restauran cetros prehispánicos - Después de un año cuatro meses concluyó la restauración y consolidación de 16 cetros prehispánicos de madera denominados rayo-serpiente o xiuhcoatl, hallados en 2007 en la Laguna de La Luna del Nevado de Toluca, por especialistas en arqueología subacuática y de alta montaña, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Este tipo de bastones, según imágenes en los códices Matritence, Borbónico y Durán, eran portados por el dios Tláloc y representaban la fuerza para controlar la lluvia. Dichas piezas, junto con otros materiales como puntas y pencas de maguey, representaban la ofrenda principal que resguardaban las lagunas de El Sol y La Luna del Nevado de Toluca desde la época prehispánica.
Los cetros fueron intervenidos en la Coordinación Nacional Conservación del Patrimonio Cultural, por la restauradora Luisa Mainou, quien aseguró que la preservación de las piezas fue muy ardua debido al estado de descomposición en que se encontraba la madera, tras haber estado por mucho tiempo sumergida en agua. El proceso, con el que además de logró identificar el tipo de madera con que fueron hechos los bastones, consistió en cuatro etapas, la primera de ellas relativa al registro gráfico y detallado de cada una de las piezas, para posteriormente iniciar la consolidación.
Las piezas fechadas para el Posclásico Tardío (1200/1300-1521d.C.), tienen forma de rayo o víbora y miden entre 1.20 metros y 12.5 centímetros; según los análisis biológicos, 14 de ellas fueron hechas de pino, mientras las dos restantes se trabajaron con madera de encino. Estos hallazgos, junto con otros materiales como puntas y pencas de maguey, representaban la ofrenda principal que resguardaban las lagunas de El Sol y La Luna del Nevado de Toluca desde la época prehispánica.
La segunda etapa de intervención consistió en el tratamiento de los cetros o bastones para lograr su preservación, mediante un proceso de lavado y de inmersiones en una solución especial para prevenir el contagio de hongos, al final de éste fueron puestos en refrigeración por cinco meses. Después de ese tiempo, comenzó la etapa de conservación de las piezas que consistió en cubrir las mismas con una solución conocida como polietilenglicol, la cual tiene la propiedad de sacar el agua de la madera y con ello evitar una pérdida de volumen. Además por las características de este líquido, también fue posible corregir algunas torsiones de la madera y lograr que los cetros quedaran rectos.
En la última etapa se llevaron a cabo los trabajos de restauración, mediante una resina llamada quitina que tiene la virtud de proteger y consolidar la madera seca, además de devolverle resistencia y dureza. Algunos de los cetros estaban fragmentados, por lo que fue necesario realizar una reintegración de los mismos, cuyos pedazos fueron unidos con una cola orgánica que no altera la consolidación de la madera.
Otros elementos que se rescataron en la Laguna de La Luna fueron puntas y pencas de maguey que, de acuerdo a las investigaciones, sirvieron para realizar autosacrificios. Se insertaban púas de maguey en el lóbulo de la oreja y en la lengua para sangrarse y ofrecer el autosacrificio a Tláloc, con el fin de que trajera buen temporal de lluvias. Después de la práctica las espinas eran ofrendadas, a este acto se le conocía como neutzmanaliztli. Estos materiales también fueron sometidos a consolidación y restauración para evitar su pérdida, "en este caso el proceso fue relativamente sencillo, se lavaron con agua destilada y agua alcohol para matar a los microorganismos nocivos, posteriormente se secaron y se consolidaron con quitina, finalmente se dejaron secar al aire libre", concluyó Luisa Mainou.
Además de estos materiales, los arqueólogos que participaron en la primera temporada de investigaciones en el Nevado de Toluca rescataron diversos objetos prehispánicos, como turquesa, cuentas cilíndricas de jadeita, petatillos, navajillas de obsidiana y copal, que también son sometidos a diversos procesos de restauración (source INAH - Sala de Prensa).
Este tipo de bastones, según imágenes en los códices Matritence, Borbónico y Durán, eran portados por el dios Tláloc y representaban la fuerza para controlar la lluvia. Dichas piezas, junto con otros materiales como puntas y pencas de maguey, representaban la ofrenda principal que resguardaban las lagunas de El Sol y La Luna del Nevado de Toluca desde la época prehispánica.
Los cetros fueron intervenidos en la Coordinación Nacional Conservación del Patrimonio Cultural, por la restauradora Luisa Mainou, quien aseguró que la preservación de las piezas fue muy ardua debido al estado de descomposición en que se encontraba la madera, tras haber estado por mucho tiempo sumergida en agua. El proceso, con el que además de logró identificar el tipo de madera con que fueron hechos los bastones, consistió en cuatro etapas, la primera de ellas relativa al registro gráfico y detallado de cada una de las piezas, para posteriormente iniciar la consolidación.
Las piezas fechadas para el Posclásico Tardío (1200/1300-1521d.C.), tienen forma de rayo o víbora y miden entre 1.20 metros y 12.5 centímetros; según los análisis biológicos, 14 de ellas fueron hechas de pino, mientras las dos restantes se trabajaron con madera de encino. Estos hallazgos, junto con otros materiales como puntas y pencas de maguey, representaban la ofrenda principal que resguardaban las lagunas de El Sol y La Luna del Nevado de Toluca desde la época prehispánica.
La segunda etapa de intervención consistió en el tratamiento de los cetros o bastones para lograr su preservación, mediante un proceso de lavado y de inmersiones en una solución especial para prevenir el contagio de hongos, al final de éste fueron puestos en refrigeración por cinco meses. Después de ese tiempo, comenzó la etapa de conservación de las piezas que consistió en cubrir las mismas con una solución conocida como polietilenglicol, la cual tiene la propiedad de sacar el agua de la madera y con ello evitar una pérdida de volumen. Además por las características de este líquido, también fue posible corregir algunas torsiones de la madera y lograr que los cetros quedaran rectos.
En la última etapa se llevaron a cabo los trabajos de restauración, mediante una resina llamada quitina que tiene la virtud de proteger y consolidar la madera seca, además de devolverle resistencia y dureza. Algunos de los cetros estaban fragmentados, por lo que fue necesario realizar una reintegración de los mismos, cuyos pedazos fueron unidos con una cola orgánica que no altera la consolidación de la madera.
Otros elementos que se rescataron en la Laguna de La Luna fueron puntas y pencas de maguey que, de acuerdo a las investigaciones, sirvieron para realizar autosacrificios. Se insertaban púas de maguey en el lóbulo de la oreja y en la lengua para sangrarse y ofrecer el autosacrificio a Tláloc, con el fin de que trajera buen temporal de lluvias. Después de la práctica las espinas eran ofrendadas, a este acto se le conocía como neutzmanaliztli. Estos materiales también fueron sometidos a consolidación y restauración para evitar su pérdida, "en este caso el proceso fue relativamente sencillo, se lavaron con agua destilada y agua alcohol para matar a los microorganismos nocivos, posteriormente se secaron y se consolidaron con quitina, finalmente se dejaron secar al aire libre", concluyó Luisa Mainou.
Además de estos materiales, los arqueólogos que participaron en la primera temporada de investigaciones en el Nevado de Toluca rescataron diversos objetos prehispánicos, como turquesa, cuentas cilíndricas de jadeita, petatillos, navajillas de obsidiana y copal, que también son sometidos a diversos procesos de restauración (source INAH - Sala de Prensa).
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