Ancient MesoAmerica News Updates 2010, No. 30: Tulum, Quintana Roo - INAH and UNAM Specialists Analyze 10,000 Year Old Skeleton
Found in a cave close to the site of Tulum, a skeleton of 10,000 years of age is the subject of detailed analysis by specialists of the Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) and the Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). The skeleton, as well as other finds from the area in Quintana Roo, Mexico, may be helpful in researching the peopling of the American continent. A short report on the analysis of the skeleton, nicknamed "El joven de Chan Hol", found in 2006 and about 60% complete, appeared in today's, Tuesday August 24, 2010, edition of the online version of the daily Mexican newspaper La Crónica de Hoy (edited by AMaNU):
Analizan INAH y UNAM esqueleto de 10 mil años de antigüedad - Luego de tres años de estudio in situ, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia y de la Universidad Nacional Autónoma de México extrajeron de una cueva inundada de la Península de Yucatán, uno de los esqueletos humanos más antiguos de América, para su estudio.
“El joven de Chan Hol”, como ya se le conoce entre la comunidad académica por el escaso desgaste del esmalte de sus dientes, vivió durante la Era de Hielo y se cree pudo haber pertenecido a los grupos preclovis.
De acuerdo con el INAH, se trata del cuarto esqueleto de uno de los predecesores del hombre más remotos en el continente americano, estudiado dentro de un proyecto de investigación del Instituto.
A fin de no perder información, la osamenta fue traída a la superficie por un grupo de expertos encabezado por el coordinador del proyecto Estudio de los Hombres Precerámicos en la Península de Yucatán y director del Museo del Desierto de Coahuila, Arturo González.
“El joven de Chan Hol”, así llamado también por el nombre del cenote donde se encontró, fue “rescatado” cueva adentro a 542 metros de longitud y 8.3 de profundidad, en una caverna donde abundan estalagmitas y a la que sólo se llega por intrincados laberintos, también inundados y completamente oscuros.
El esqueleto fue colectado en 60 por ciento de su totalidad, con huesos representativos de las cuatro extremidades, vértebras, costillas y cráneo, así como varios dientes, lo que para los antropólogos físicos de la UNAM “es estupendo” ya que cuando se trata de ejemplares de 10 mil años generalmente sólo se encuentra el cráneo o la mandíbula y, con suerte, un 20 o 30 por ciento de la osamenta.
Tras analizarlo en superficie, los especialistas consideran que el cuerpo fue colocado en la cueva en una ceremonia funeraria realizada al final del Pleistoceno, cuando el nivel del mar estaba 150 metros más abajo, y antes de que se inundaran esas cavernas que, probablemente, “El joven de Chan Hol” conoció y recorrió secas.
Junto con los esqueletos de “La Mujer de Naharon”, “La Mujer de las Palmas” y “El Hombre del Templo”, descubiertos también en el interior de cuevas inundadas cercanas a Tulum en años recientes, “El Joven de Chal Hol” es pieza clave para entender el poblamiento de América.
Arturo González, especialista en paleobiología, detalló que estas cuatro osamentas, revelan migraciones procedentes del sureste asiático anteriores a las conocidas hasta ahora como grupos clovis, que habrían cruzado desde el norte de Asia, también por el Estrecho de Bering, al final de la Era de Hielo.
“Nuestros fechamientos han comprobado que las osamentas colectadas en estas cuevas pertenecen a individuos de grupos preclovis, y se enmarcan dentro de los escasos restos humanos del Pleistoceno Terminal americano, cuyas características físicas se asemejan a la gente del centro y sur de Asia, lo que sugiere diversas migraciones hacia el continente”, añadió.
El primer dictamen de antropología física, practicado por los investigadores de la UNAM Alejandro Terrazas y Martha Benavente, indica que se trata de un adulto joven posiblemente de sexo masculino; en tanto que la posición en que se encontraba: piernas flexionadas a la izquierda y brazos extendidos a ambos lados del cuerpo, la consideran una de las “novedades más interesantes por estudiar” ya que hasta ese momento no se había encontrado un esqueleto en postura similar.
Los huesos deberán reposar varios meses hasta consolidarse, antes de ser sometidos a estudios morfoscópicos para confirmar si comparte características morfológicas y físicas con los otros tres esqueletos extraídos de las cuevas.
También comprobarán su sexo, causas de fallecimiento y edad al morir. Asimismo, se intentará una datación precisa por Carbono 14, y le aplicarán estudios de imagenología, es decir, tomografías para estudiar la composición, densidad y formas interiores de la estructura ósea.
La osamenta fue hallada en 2006 cuando dos espeleobuzos alemanes de apellido Thrusten exploraban la cueva de Chan Hol, por lo que dieron aviso al Centro INAH en Quintana Roo y se comenzó su registro.
Los estudios que se le han aplicado desde entonces son el registro fotográfico y en video de cada una de las partes del esqueleto y su entorno y para ello se necesitaron por lo menos 50 inmersiones de exploración en la cueva, asimismo se analizaron todas las posibilidades de lo que ocurriría de mover la osamenta.
La investigación la llevan a cabo el INAH, la UNAM, el Museo del Desierto de Coahuila, y el Instituto de la Prehistoria de América, a través de un proyecto —ahora interinstitucional— que nació hace 10 años en el INAH, durante el desarrollo del Atlas Arqueológico para el Registro, Estudio y Protección de los Cenotes de la península de Yucatán, que encabeza la pionera de la arqueología subacuática Pilar Luna.
Junto con los huesos se colectó una estalagmita, de aproximadamente un metro de largo, que había caído sobre el húmero izquierdo del esqueleto, lo que para los antropólogos es un hecho relevante, ya que estas formaciones minerales no son propias de cuevas inundadas, lo que permite suponer que depositaron al hombre antes de que la caverna se llenara de agua, es decir por lo menos 10 mil años.
La recolección se hizo en dos días de exploración, con un tiempo total de inmersiones de alrededor de cinco horas, durante las cuales se realizó el último registro.
Los huesos se guardaron en bolsas herméticas con agua de la cueva, para no alterar la temperatura y acidez, y después, dentro de cajas previamente numeradas se trasladaron con minucioso cuidado hasta la superficie. (Source La Crónica de Hoy)
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