Wednesday, July 25, 2007

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Ancient MesoAmerica News Updates 2007, No. 35: Tlaltelolco, Mexico - Restauration of the Three Wooden Lintels
On Thursday July 5, 2007, the Instituto Nacional de Antropologia e Historia posted a report on their website in the section Sala de Prensa on the recent restauration and conservation work carried out on the wooden lintels as found at Tlaltelolco in September of 1992 (edited by AMaNU):
Restauran los dinteles prehispánicas de Tlaltelolco - Tres dinteles de madera que formaron parte de un edificio de la antigua ciudad de Tlatelolco, considerados de los pocos ejemplares de la época prehispánica que se conservan hasta nuestros días, se encuentran en su última etapa de restauración, cuyo proceso que se ha venido efectuando desde hace casi 15 años debido a la delicadeza de las piezas.
Luego de su hallazgo en septiembre de 1992, durante los trabajos de construcción del edificio que ocupara para ese entonces la cancillería mexicana —en las inmediaciones de la Plaza de las Tres Culturas—, los dinteles, de alto valor histórico y calidad estética, fueron enviados a la actual Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), donde hasta la fecha son sometidos a una compleja labor de recuperación. “Sin duda, los dinteles rescatados formaban parte de alguno de los edificios que impresionaron a Hernán Cortés al arribar a Tlatelolco, mismos que presentan una escena en secuencia tallada en bajorrelieve, lo que sugiere que debieron formar parte de un mismo palacio con tres accesos”, indicó Margarita Carballal, arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) quien encabezó las labores de salvamento de las piezas.
“El rescate fue hecho en condiciones difíciles porque se encontraban a nivel freático y cubiertos de lodo”, recordó la investigadora adscrita a la Dirección de Salvamento Arqueológico, al referir que cronológicamente las piezas elaboradas en madera de pino ayacahuite corresponden, seguramente, al momento del esplendor de Tlatelolco, hacia el Posclásico Tardío (1200-1521 d. C.). Luisa Mainou, restauradora de la CNCPC, responsable de la atención de estos elementos arquitectónicos, informó que por el contexto en que fueron halladas las piezas, ya estaban éstas anegadas. “Es decir, que la madera estaba saturada de agua e incluso con algunas partes en estado de putrefacción, lo que se traducía en la pérdida de sus propiedades químicas y físicas como la dureza”, explicó. Los tres dinteles –parte superior de puertas– denominados 248, 249 y 250, poseen dimensiones de 1.90, 2.20 y 2.35 metros de longitud respectivamente, por 50 centímetros de anchura y 30 de espesor, aproximados.
Los dinteles provenientes de la ciudad gemela de Tenochtitlan, son una muestra singular de la compleja iconografía prehispánica. En ellos se observa a personajes en procesión hacia un centro donde se encuentra un disco solar adornado con dos grandes piedras de jade o chalchihuites que simbolizan el agua o lo precioso. Alrededor de ese disco hay 18 círculos pequeños y seis rayos solares, al centro se observa el glifo Ollin que representa el movimiento. Los individuos ricamente ataviados portan distintos símbolos y elementos, algunos relacionados con deidades de la lluvia.
Una vez que las piezas fueron enviadas a los talleres de restauración —el mismo año de su hallazgo—, lo primero que se hizo fue un estudio de las condiciones físico-mecánicas y químicas de la madera, que permitió determinar diferentes estados de deterioro de afuera hacia adentro.
“Considerando que los bloques estuvieron sumergidos en agua alrededor de 600 años, el estado de conservación aún era bueno y esto se debió principalmente al espesor de las piezas, ya que si hubiesen sido delgadas se habrían desintegrado porque toda la parte externa ya estaba podrida”, detalló la restauradora.
Posteriormente se dio paso a la limpieza y aplicación de un tratamiento preventivo para evitar la desecación de los maderos, así como la aplicación de fungicidas para evitar la aparición de hongos. Una vez que se valoró su estado de conservación e importancia, se pudo proyectar el método de conservación para frenar el deterioro, el cual dio inicio en 1993. El proceso por el que se optó, comentó Luisa Mainou, consistió en sumergir los dinteles en unas tinas que se diseñaron especialmente de acuerdo con sus dimensiones y peso (más de 300 kilos cada uno al estar húmedos), donde se les hacía un lavado cada tres días para eliminar por completo microorganismos. “Asimismo se comenzaron a impregnar con una solución de agua y polietinelglicol (sustancia química), comenzando con un dos por ciento de éste, dosis que se fue incrementando hasta llegar al 100 por ciento. Esta fue la etapa más larga y duró hasta febrero de este año, es decir casi 15 años.”
“Este proceso denominado ‘secado en húmedo’, consistió en secar paulatinamente la madera con esta solución acuosa. Es decir, se cambió el agua que contenía la madera por una sustancia sólida que permite conservar el volumen y forma de cada pieza sin que se colapse y se pulverice la madera”, abundó la restauradora. Para consolidar todas las partes con putrefacción que la solución anterior no logró endurecer lo suficiente para la manipulación que habrán de tener las piezas, se aplicó un producto orgánico llamado Reconos220 que hace que la madera deleznable recupere un nivel de resistencia adecuado para su manipulación posterior. “Con esta última etapa de consolidación se está garantizando que los dinteles cuenten con las condiciones para la siguiente etapa que será la de museografía, logrando con ello la resignificación de estas piezas al preservar sus partes estética e histórica”, comentó la restauradora quien a lo largo de década y media se ha dedicado a la atención del patrimonio cultural hallado en contextos sumergidos.
Una atención especial recibirá el Dintel 248, debido a que presenta una fractura longitudinal. “Habrá que unir las dos partes por medio de un método que actualmente se analiza de entre varias posibilidades, donde tenemos que considerar algunos puntos como el hecho de que no es una pieza aislada, sino que se trata de un tríptico donde las otras dos partes no presentan este problema”, acotó la conservadora quien junto con el restaurador Gabriel Rivera, habrá de definir la opción más adecuada.
Puntualizó que los diferentes procesos de conservación que se han aplicado a los dinteles de Tlatelolco, son resultado de varios años de investigación previa, toda vez que cada pieza tuvo un comportamiento distinto a pesar de provenir del mismo lugar. “Ha sido una tarea delicada y paulatina en la que en todo momento hay que ser creativos porque no podemos copiar los procesos europeos debido a que no responden a las características de México. Esto nos ha obligado a investigar para innovar y resolver cada caso”, comentó Luisa Mainou.
La también maestra en museología añadió que, una vez terminada la restauración integral de los dinteles, éstos saldrán con una propuesta museográfica y recomendaciones para su conservación, entre las que destaca que nunca podrán viajar. “Deben permanecer en el Distrito Federal, porque al salir, la madera comienza a interactuar con el medio ambiente y sufre cambios. Para ello tendrían que hacerse réplicas que podrán llevarse a donde quiera, pero las originales deberán estar en un lugar fijo y con condiciones especiales de temperatura y humedad”, concluyó (source INAH - Sala de Prensa).

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