Ancient MesoAmerica News Updates 2008, No. 30: Nevado de Toluca - The Laguna de la Luna Related to Lunar and Pulque Deities
In 2007 several very important archaeological discoveries were made by INAH specialists at the Laguna de la Luna, Nevado de Toluca. These findings were described in several previous news updates (Ancient MesoAmerica News Updates 2007, Nos. 11, 12, 14, 23, 25, and 86). Yesterday, Friday April 4, 2008, the Instituto Nacional de Antropologia e Historia posted a report in which some of the findings are related to lunar and pulque deities (edited by AMaNU):
Vinculan Laguna de la Luna con deidades lunares y del pulque - La Laguna de la Luna, cuerpo de agua ubicado en el Nevado de Toluca, podría haber sido motivo de ritos asociados con las divinidades femeninas y masculinas de la luna y el pulque, en el México prehispánico, y no con Tláloc; esto, conforme al hallazgo de cuatro petrograbados, representación de un yecametztli (nariguera en forma creciente) en su orilla norte, atuendo característico de esas deidades.
Uno de los dilemas a que se enfrenta el equipo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dedicados a la investigación en este lugar, es que pese a lo referido en fuentes, sobre la presencia de efigies de Tláloc en sitios de alta montaña, en la Laguna de la Luna, éstas no han aparecido. De acuerdo con la identificación realizada por el doctor Francisco Rivas Castro, del INAH, es la primera ocasión en que petroglifos que aluden a los yecametztli se registran a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar.
Arturo Montero, codirector del Proyecto de Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca —iniciativa que tendrá una segunda temporada a partir de octubre de este año—, dio a conocer que, en este caso, los yecametztli están labrados en piedra y poseen una forma muy básica, como si fuera una boquita sonriente, con una extensión promedio de 10 centímetros.
Todavía más interesante, “en temporada de lluvia, los yecametztli se encuentran sumergidos, y en periodo de seca, están expuestos. Durante ‘las aguas’, la Laguna de la Luna gana dos metros en profundidad, y puede abarcar hasta 30 metros en extensión. En ese momento los yecametztli están ocultos.”
“Entonces, pareciera que el nombre de Laguna de la Luna, no es algo tan fortuito, y que podría corresponder a una tradición mucho más antigua, vinculada incluso a la predicción del clima y al ciclo agrícola. Hablamos de un diagnóstico en que eran interpretados el movimiento de los astros, y su influjo sobre la montaña y el agua”, explicó Arturo Montero.
Esta dinámica, dijo, podría abrir una nueva línea de estudio dentro del proyecto, y una de las principales interrogantes a resolver, sería el porqué de la ausencia de Tláloc. El arqueólogo señaló que entre los datos asentados en el informe de la primera temporada de campo, efectuada en 2007, está la catalogación de las piezas de copal, son 78 fragmentos en forma de conos, esferas, y barras; la más grande mide 35 centímetros y pesa 5 kilos 600 gramos.
“Hemos reconocido —apuntó—, formas de copal que aparecen en códices como la Matrícula de Tributos, entre ellos los totomoxtle, es decir, que el copal se envolvía en una hoja de maíz, adquiriendo la apariencia de un tamal”. Tanto el copal como las púas de maguey, descubiertos en la Laguna de la Luna, son estabilizados actualmente en las instalaciones de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, debido a su fragilidad. Y en el caso particular de las púas, es posible que correspondan a dos especies distintas de maguey.
Luego de su consolidación, estos materiales orgánicos serán devueltos al equipo de expertos para su análisis. El estudio concreto del copal, a cargo de la bióloga Aurora Montúfar, podría arrojar nuevos datos sobre la temporalidad y el origen de estos hallazgos. Por el momento, se piensa que este copal de ofrenda procede de la región de Guerrero.
Asimismo, la datación de estos descubrimientos se ha ubicado para el Posclásico (1200/1300-1521 d.C.), conforme la ubicación de cerámica esencialmente matlatzinca y mexica. Arturo Montero concluyó que durante la segunda temporada del Proyecto de Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca, se utilizará un sonar con el objetivo de no remover el sedimento de la Laguna de la Luna, y poder localizar piezas completas de cerámica y lítica, lo que hasta ahora no ha ocurrido (source INAH - Sala de Prensa).
Uno de los dilemas a que se enfrenta el equipo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dedicados a la investigación en este lugar, es que pese a lo referido en fuentes, sobre la presencia de efigies de Tláloc en sitios de alta montaña, en la Laguna de la Luna, éstas no han aparecido. De acuerdo con la identificación realizada por el doctor Francisco Rivas Castro, del INAH, es la primera ocasión en que petroglifos que aluden a los yecametztli se registran a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar.
Arturo Montero, codirector del Proyecto de Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca —iniciativa que tendrá una segunda temporada a partir de octubre de este año—, dio a conocer que, en este caso, los yecametztli están labrados en piedra y poseen una forma muy básica, como si fuera una boquita sonriente, con una extensión promedio de 10 centímetros.
Todavía más interesante, “en temporada de lluvia, los yecametztli se encuentran sumergidos, y en periodo de seca, están expuestos. Durante ‘las aguas’, la Laguna de la Luna gana dos metros en profundidad, y puede abarcar hasta 30 metros en extensión. En ese momento los yecametztli están ocultos.”
“Entonces, pareciera que el nombre de Laguna de la Luna, no es algo tan fortuito, y que podría corresponder a una tradición mucho más antigua, vinculada incluso a la predicción del clima y al ciclo agrícola. Hablamos de un diagnóstico en que eran interpretados el movimiento de los astros, y su influjo sobre la montaña y el agua”, explicó Arturo Montero.
Esta dinámica, dijo, podría abrir una nueva línea de estudio dentro del proyecto, y una de las principales interrogantes a resolver, sería el porqué de la ausencia de Tláloc. El arqueólogo señaló que entre los datos asentados en el informe de la primera temporada de campo, efectuada en 2007, está la catalogación de las piezas de copal, son 78 fragmentos en forma de conos, esferas, y barras; la más grande mide 35 centímetros y pesa 5 kilos 600 gramos.
“Hemos reconocido —apuntó—, formas de copal que aparecen en códices como la Matrícula de Tributos, entre ellos los totomoxtle, es decir, que el copal se envolvía en una hoja de maíz, adquiriendo la apariencia de un tamal”. Tanto el copal como las púas de maguey, descubiertos en la Laguna de la Luna, son estabilizados actualmente en las instalaciones de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, debido a su fragilidad. Y en el caso particular de las púas, es posible que correspondan a dos especies distintas de maguey.
Luego de su consolidación, estos materiales orgánicos serán devueltos al equipo de expertos para su análisis. El estudio concreto del copal, a cargo de la bióloga Aurora Montúfar, podría arrojar nuevos datos sobre la temporalidad y el origen de estos hallazgos. Por el momento, se piensa que este copal de ofrenda procede de la región de Guerrero.
Asimismo, la datación de estos descubrimientos se ha ubicado para el Posclásico (1200/1300-1521 d.C.), conforme la ubicación de cerámica esencialmente matlatzinca y mexica. Arturo Montero concluyó que durante la segunda temporada del Proyecto de Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca, se utilizará un sonar con el objetivo de no remover el sedimento de la Laguna de la Luna, y poder localizar piezas completas de cerámica y lítica, lo que hasta ahora no ha ocurrido (source INAH - Sala de Prensa).
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