Ancient MesoAmerica News Updates 2008, No. 44: Cueva de San Borjita, Baja Calfornia Sur, Mexico - The Oldest Painted Rock Art of the Americas, Painted Over 7,500 Years Ago
Recent research on the painted rock art at the Cueva de San Borjita, in the Sierra de Guadalupe, located in the south of the state of Baja California, Mexico, shows that the earliest among these are some 7,500 years old. This means that these paintings are at present the oldest painted rock art in the Americas. A report on the research, based on 60 examples of radiocarbon dates, was posted yesterday, Friday May 23, 2008, by the Instituto Nacional de Antropologia e Historia (edited by AMaNU):
México tendría las pinturas rupestres más antiguas de América - Las pinturas rupestres halladas en la Cueva San Borjita, en Baja California Sur, podrían representar el ejemplo más antiguo de este tipo de manifestaciones plásticas producidas por el hombre prehistórico, que se haya datado hasta el momento en América, como lo refiere el resultado obtenido recientemente por análisis de fechamiento, que arroja una antigüedad de 7,500 años. Para corroborar lo anterior, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) actualmente llevan a cabo un proceso de validación de 60 muestras de los aglutinantes de los pigmentos, que fueron analizadas por el método de radiocarbono. Con este estudio se podrá ampliar la incipiente cronología que se conoce para el arte rupestre.
La arqueóloga María de la Luz Gutiérrez, responsable de esta investigación científica, dio a conocer que de corroborarse la antigüedad de 7,500 años antes del presente, no sólo se modificarían las interpretaciones y discrepancias en torno a las primeras fechas que ya se habían obtenido para el arte rupestre, donde la más antigua apuntaba a cuatro mil 900 años, sino que aportará valiosa información sobre el proceso de producción de estas obras de los pueblos pretéritos que habitaron la región.
Las muestras fueron tomadas de diversos páneles de las pinturas rupestres que se albergan en abrigos rocosos de las cuatro sierras de Baja California Sur, San Francisco, San Jorge, San Juan y Guadalupe, mismas que fueron analizadas bajo el sistema de Aceleración de Espectrometría de Masa, en el Rafter Radiocarbono Laboratory de Nueva Zelanda.
"En estos momentos estamos realizando la validación de fechas, y esta labor implica además correlacionar cada uno de los 60 resultados con la pintura correspondiente, porque se evidenció que hay sobreposición de imágenes", detalló al especialista. Durante su participación en el Primer Seminario de Investigación de Arte Rupestre México-Sudáfrica, organizado por el INAH, con la participación de expertos de ambas naciones, Gutiérrez comentó que de las fechas obtenidas destaca la del sitio Cueva San Borjita, donde fueron pintadas más de 90 imágenes de gran tamaño, y que arroja una antigüedad de 7,500 años antes del presente, es decir que fueron creadas hacia el 5400 a.C.
"Estos resultados son sorprendentes porque superan todas las expectativas al colocar la producción de esta tradición pictórica en una época tan remota", destacó la arqueóloga del INAH, al recordar que en el año 2000, las fechas más antiguas que se tenían, corresponden a las pinturas de la cueva del Ratón, en la Sierra de San Francisco, con 4,900 años. "La confirmación de las fechas de San Borjita, en la Sierra de Guadalupe, será de gran relevancia porque permitirá determinar el momento en que comenzó a generarse la tradición de pintura rupestre de escalas considerables, conocida como estilo Gran Mural, porque llegan alcanzar hasta más de 10 metros de altura", destacó.
La sobreposición de imágenes y la escasa presencia de materiales arqueológicos asociados a los murales prehistóricos, han sido dos de las principales dificultades para fechar este tipo de manifestaciones rupestres. "Cuando tomamos las muestras, pensábamos que las figuras que estaban más abajo iban a ser las más antiguas, y las más superficiales, las mas recientes".
"La sorpresa es que no fue así, porque hay claras evidencias de que las pinturas eran repintadas. Quienes las crearon las retocaban en las partes desgastadas o las volvían a bosquejar en color blanco. Esto lo notamos principalmente en las imágenes alusivas a individuos, que posiblemente tuvieron un uso de veneración, porque tal vez remitían a sus ancestros o a figuras míticas", abundó la arqueóloga Gutiérrez. Tras señalar que hasta el momento las sierras más investigadas son las de San Francisco y Guadalupe, donde se han registrado cerca de mil 150 sitios con manifestaciones rupestres, la investigadora precisó que paralelamente a los fechamientos, se efectúa la clasificación de las pinturas del estilo Gran Mural.
En los años sesenta, cuando se inició el estudio de estos murales prehistóricos, se identificaron cinco subestilos de Gran Mural, esto de acuerdo con sus principales características: Rojo sobre granito, para las grandes figuras pintadas con este color; Realista, para las figuras humanas y animales, con tonos rojo y negro; Antropomorfo, para las imágenes de individuos con cabezas cuadradas y cuerpos desproporcionados.
Semiabstractos meridionales, para los dibujos menos realistas; y La Trinidad, subestilo que se acuñó por la gran cantidad de venados pintados, en la que las figuras aparecen sin relleno de color. "La intención de esta identificación y el fechamiento, es poder determinar cuál de estos subestilos se originó primero y cuál fue el último, aunque muchos paneles de pintura rupestre presentan una mescolanza de varios de éstos", puntualizó María de la Luz Gutiérrez.
Aunado a ello, especialistas del INAH se han dado a la tarea de indagar en el origen de los pigmentos, con la posibilidad de hallar los yacimientos de donde se obtuvieron. "Los colorantes son de naturaleza mineral, los rojos y amarillos provienen de óxidos de hierro, los negros de óxido de manganeso y el blanco es yeso", abundó. Las hipótesis señalan que los pintores pretéritos, molían los minerales y los mezclaban con agua y un aglutinante que se obtenía de la savia de una cactácea, sin que hasta el momento se haya podido determinar la especie.
Sobre la forma en que los creadores pudieron haber dibujado en las partes más altas de las cuevas, la arqueóloga precisó que las teorías apuntan a que construyeron andamios con troncos de palmeras, cordeles y sogas de fibras vegetales. "Inclusive hay indicios de que las hojas del maguey, por contar con mucha fibra, fueron usadas a modo de brochas. Hay pinturas en las que se notan las huellas de las cerdas, e inclusive hemos encontrado este tipo de "pinceles" con restos de pintura", comentó.
Finalmente, la arqueóloga destacó que a más de una década que se creó el Plan de Manejo de la Sierra de San Francisco, las pinturas rupestres guardan un buen estado de conservación, gracias a la serie de acciones de protección que se han implantado, principalmente para disminuir el impacto de las visitas del público.
En estas acciones, destacó la habilitación, en 1993 y 1994, de andadores, barandales y cercos de protección en las cuevas de la Sierra de San Francisco, conocidas como La Pintada, Las Flechas, La Soledad, Boca de San Julio, El Ratón y La Música, como medidas para controlar el arribo de turistas. De igual manera en los últimos meses de 2007, se terminó de instalar este tipo de infraestructura en la Cueva del Chavalito, al sur de la Sierra de Guadalupe (source INAH - Sala de Prensa).
La arqueóloga María de la Luz Gutiérrez, responsable de esta investigación científica, dio a conocer que de corroborarse la antigüedad de 7,500 años antes del presente, no sólo se modificarían las interpretaciones y discrepancias en torno a las primeras fechas que ya se habían obtenido para el arte rupestre, donde la más antigua apuntaba a cuatro mil 900 años, sino que aportará valiosa información sobre el proceso de producción de estas obras de los pueblos pretéritos que habitaron la región.
Las muestras fueron tomadas de diversos páneles de las pinturas rupestres que se albergan en abrigos rocosos de las cuatro sierras de Baja California Sur, San Francisco, San Jorge, San Juan y Guadalupe, mismas que fueron analizadas bajo el sistema de Aceleración de Espectrometría de Masa, en el Rafter Radiocarbono Laboratory de Nueva Zelanda.
"En estos momentos estamos realizando la validación de fechas, y esta labor implica además correlacionar cada uno de los 60 resultados con la pintura correspondiente, porque se evidenció que hay sobreposición de imágenes", detalló al especialista. Durante su participación en el Primer Seminario de Investigación de Arte Rupestre México-Sudáfrica, organizado por el INAH, con la participación de expertos de ambas naciones, Gutiérrez comentó que de las fechas obtenidas destaca la del sitio Cueva San Borjita, donde fueron pintadas más de 90 imágenes de gran tamaño, y que arroja una antigüedad de 7,500 años antes del presente, es decir que fueron creadas hacia el 5400 a.C.
"Estos resultados son sorprendentes porque superan todas las expectativas al colocar la producción de esta tradición pictórica en una época tan remota", destacó la arqueóloga del INAH, al recordar que en el año 2000, las fechas más antiguas que se tenían, corresponden a las pinturas de la cueva del Ratón, en la Sierra de San Francisco, con 4,900 años. "La confirmación de las fechas de San Borjita, en la Sierra de Guadalupe, será de gran relevancia porque permitirá determinar el momento en que comenzó a generarse la tradición de pintura rupestre de escalas considerables, conocida como estilo Gran Mural, porque llegan alcanzar hasta más de 10 metros de altura", destacó.
La sobreposición de imágenes y la escasa presencia de materiales arqueológicos asociados a los murales prehistóricos, han sido dos de las principales dificultades para fechar este tipo de manifestaciones rupestres. "Cuando tomamos las muestras, pensábamos que las figuras que estaban más abajo iban a ser las más antiguas, y las más superficiales, las mas recientes".
"La sorpresa es que no fue así, porque hay claras evidencias de que las pinturas eran repintadas. Quienes las crearon las retocaban en las partes desgastadas o las volvían a bosquejar en color blanco. Esto lo notamos principalmente en las imágenes alusivas a individuos, que posiblemente tuvieron un uso de veneración, porque tal vez remitían a sus ancestros o a figuras míticas", abundó la arqueóloga Gutiérrez. Tras señalar que hasta el momento las sierras más investigadas son las de San Francisco y Guadalupe, donde se han registrado cerca de mil 150 sitios con manifestaciones rupestres, la investigadora precisó que paralelamente a los fechamientos, se efectúa la clasificación de las pinturas del estilo Gran Mural.
En los años sesenta, cuando se inició el estudio de estos murales prehistóricos, se identificaron cinco subestilos de Gran Mural, esto de acuerdo con sus principales características: Rojo sobre granito, para las grandes figuras pintadas con este color; Realista, para las figuras humanas y animales, con tonos rojo y negro; Antropomorfo, para las imágenes de individuos con cabezas cuadradas y cuerpos desproporcionados.
Semiabstractos meridionales, para los dibujos menos realistas; y La Trinidad, subestilo que se acuñó por la gran cantidad de venados pintados, en la que las figuras aparecen sin relleno de color. "La intención de esta identificación y el fechamiento, es poder determinar cuál de estos subestilos se originó primero y cuál fue el último, aunque muchos paneles de pintura rupestre presentan una mescolanza de varios de éstos", puntualizó María de la Luz Gutiérrez.
Aunado a ello, especialistas del INAH se han dado a la tarea de indagar en el origen de los pigmentos, con la posibilidad de hallar los yacimientos de donde se obtuvieron. "Los colorantes son de naturaleza mineral, los rojos y amarillos provienen de óxidos de hierro, los negros de óxido de manganeso y el blanco es yeso", abundó. Las hipótesis señalan que los pintores pretéritos, molían los minerales y los mezclaban con agua y un aglutinante que se obtenía de la savia de una cactácea, sin que hasta el momento se haya podido determinar la especie.
Sobre la forma en que los creadores pudieron haber dibujado en las partes más altas de las cuevas, la arqueóloga precisó que las teorías apuntan a que construyeron andamios con troncos de palmeras, cordeles y sogas de fibras vegetales. "Inclusive hay indicios de que las hojas del maguey, por contar con mucha fibra, fueron usadas a modo de brochas. Hay pinturas en las que se notan las huellas de las cerdas, e inclusive hemos encontrado este tipo de "pinceles" con restos de pintura", comentó.
Finalmente, la arqueóloga destacó que a más de una década que se creó el Plan de Manejo de la Sierra de San Francisco, las pinturas rupestres guardan un buen estado de conservación, gracias a la serie de acciones de protección que se han implantado, principalmente para disminuir el impacto de las visitas del público.
En estas acciones, destacó la habilitación, en 1993 y 1994, de andadores, barandales y cercos de protección en las cuevas de la Sierra de San Francisco, conocidas como La Pintada, Las Flechas, La Soledad, Boca de San Julio, El Ratón y La Música, como medidas para controlar el arribo de turistas. De igual manera en los últimos meses de 2007, se terminó de instalar este tipo de infraestructura en la Cueva del Chavalito, al sur de la Sierra de Guadalupe (source INAH - Sala de Prensa).
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home