Ancient MesoAmerica News Updates 2010, No. 33: Teotihuacan, Mexico - New Study Shows The Malinaltepec Mask To Be Authentic
On Friday, November 19, 2010, the Instituto Nacional de Antropología e Historia posted an introduction to a new publication entitled La Máscara de Malinaltepec, edited by Sofía Martínez del Campo. The well-known Malinaltepec mask was found in 1921 and new studies by a group of specialist show that the mask is authentic and probably some 1,800 years old. The mask was made in the early phase of the Classic peiod at Teotihuacan (A.D. 200-900) and re-used as a funerary gift in the Postclassic (A.D. 900-1521) (edited by AMaNU; photo by Erik Boot):
Corroboran autenticidad de máscara teotihuacana - Luego de casi un siglo de polémica en torno a sí la Máscara de Malinaltepec es o no apócrifa, una investigación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) demuestra su autenticidad. La "Máscara de Malinaltepec," publicación coordinada por Sofía Martínez del Campo, especialista en máscaras funerarias, compendia siete estudios hechos recientemente a la pieza prehispánica por una veintena de investigadores y que confirman su originalidad.
El libro aborda un análisis sustancial y variado respecto a la pieza hecha con 762 teselas (fragmentos de piedra), y cuya antigüedad se calcula en cerca de 1,800 años. Algunos de los estudios que reúne el texto son: la caracterización morfométrica, mineralogía, petrografía, características lapidarias, análisis tecnológico y los adhesivos que se utilizaron para pegar el decorado.
“Desde su hallazgo en 1921, la máscara causó polémica en el medio arqueológico, puesto que el especialista Porfirio Aguirre, al hallarla pensó haber encontrado uno de los grandes tesoros de Mesoamérica, pero las autoridades, por el contrario, pensaron que había sido fabricada. “A principios de 2008, el arqueólogo Felipe Solís, entonces director del Museo Nacional de Antropología, impulsó las investigaciones del objeto teotihuacano para desdeñar cualquier duda”, comentó Diana Magaloni, directora de dicho recinto, durante la presentación del libro.
Debido a que la pieza fue hecha en el periodo prehispánico, en dos temporalidades distintas, la duda sobre su autenticidad fue tal que en 1921 se le hicieron algunos análisis y dictámenes periciales que publicó el museo en aquella época para aseverar que era auténtica. Sin embargo la polémica siguió, explicó la restauradora Sofía Martínez del Campo.
De acuerdo con la especialista responsable del Proyecto Máscaras Funerarias del INAH, el equipo que analizó el objeto arqueológico quedó maravillado con la pieza, su técnica de manufactura y los materiales con los que está adornada. En aquella época se dijo que era una máscara de serpentinita, pero ahora a partir de los estudios de punta que se realizaron sobre su composición mineralógica, se determinó con precisión que está hecha de cloritita, una roca de color verde amarilloso.
En los dictámenes periciales de 1921, los petrógrafos mencionaron la presencia de amazonita para la mayor parte de las teselas azules y también de turquesa, lo que se corroboró en los análisis líticos de 2008 y 2009. También está compuesta por teselas de concha y hematita especular.
“Otra cuestión que se pudo confirmar fue el uso de copal para adherir las teselas de mosaico, lo que se comprobó con el análisis de una muestra de este material, que fue diluida y quemada, y a través del aroma se determinó la presencia de dicho elemento,
“Esto se hizo porque en un tiempo se llegó a decir que había sido adherida con cola en siglos recientes; al determinar que el pegamento fue el copal se confirmó que el mosaico había sido hecho en la época prehispánica”, destacó Martínez del Campo.
“Esta obra es producto de una investigación interdisciplinaria y de gran seriedad, donde impresiona cómo un objeto pudo reunir a su alrededor a un equipo de más de 20 especialistas en química, mineralogía, petrografía, biología, arqueología y antropología.
Es una máscara con adherencias de otros materiales, con una gran calidad, un objeto teotihuacano al que posteriormente quienes la crearon le añadieron decorados, lo que forma una unidad en diferentes tiempos”, comentó a su vez el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.
Una pieza que une dos tiempos - La Máscara de Malinaltepec es un objeto funerario de estilo teotihuacano, hecha en dos momentos: durante el periodo Clásico (200-900 d.C.) y reutilizada en el Posclásico (900-1521 d.C.) en un entierro. Mide 21 cm de altura por 21 cm de ancho y se constituye de 762 teselas cuadrangulares. Además de ser una de las piezas emblemáticas del Museo de Antropología, en la Sala Teotihuacana.
La restauradora Sofía Martínez del Campo abundó que en un principio la máscara sólo era de piedra verde y sin la cubierta de teselas. Alrededor de 700 años después se le cubrió con pequeñas teselas cuadrangulares de amazonita, un mineral que en la época prehispánica tenía un simbolismo para la cultura teotihuacana, relacionado con la diosa de las aguas y la fertilidad, Chalchiuhtlicue.
“Este es su significado, de acuerdo con la nariguera delineada en concha, y por el color azul de la amazonita y la turquesa, así como por el elemento que tiene en la frente que puede significar fertilidad, y quizá puede ser representativa de Malinaltepec.
“Los mesoamericanos tenían un gran aprecio por los objetos de las culturas que los precedieron, por ello las máscaras olmecas y teotihuacanas eran recuperadas de los contextos arqueológicos o funerarios por pueblos posteriores, que les daban un uso distinto, aprovechaban lo que ya existía pero su función cambiaba”, detalló la restauradora.
“Se desconoce su función durante el periodo Clásico, pero pudo haber formado parte de alguna escultura o haber estado sujeta a alguna estructura arquitectónica, y ya para el Posclásico se utilizó para enterrarla con un personaje importante. Fue en esa época que se le cubrió con fragmentos de amazonita, turquesa y concha para darle el rostro de Chalchiuhtlicue, lo que de acuerdo con las creencias antiguas, permitiría al individuo sepultado presentarse en el inframundo y ascender hacia el plano celeste con el rostro de una divinidad. Pero desconoce a quien perteneció, si la portó un hombre o una mujer”, finalizó Martínez del Campo. (Source INAH)
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