Ancient MesoAmerica News Updates 2007, No. 75: Templo Mayor, Mexico DF - Captives Destined To Be Sacrificed Gave Status To Warriors
Today, Friday October 19, 2007, the Instituto Nacional de Antropologia e Historia posted a short notice on their website in the section Sala de Prensa on recent research by social anthropologist Dr. Yólotl González Torres, researcher at the Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS), on the role of captives and the status of their captors, the Mexica warriors of Tenochtitlan. She presented her findings at the seminar entitled Nuevas Perspectivas sobre el Sacrificio Humano entre los mexicas (edited by AMaNU):
Cautivos destinados al sacrificio humano, daban estatus a guerreros mexicas - La alta jerarquía que los guerreros mexicas llegaban a ostentar en la sociedad, estaba basada en el éxito que obtenían en las batallas, que en su caso se traducía en obtener la mayor cantidad de cautivos destinados al sacrificio humano. Este prestigio exclusivo de la elite militar también llegó a ser pretendido por la clase comerciante, la cual ofrecía esclavos para ser inmolados y con ello demostrar su capacidad económica.
En esta competencia que a su vez reforzaba el poder de los mexicas sobre otros pueblos, al grado que la vida de los cautivos se capitalizó políticamente. “De acuerdo al número de prisioneros obtenidos en batalla, el estatus del guerrero aumentaba junto con los privilegios que se le otorgaban”, señaló la doctora Yólotl González Torres, investigadora de la Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS). El sacrificio humano practicado por los mexicas fue un instrumento de poder y de sometimiento de otros pueblos, y paralelamente significó una obsesión social e individual entre esta cultura, toda vez que representaba el lugar que cada quien ocupaba dentro de la escala social y económica en la antigua Tenochtitlan.
La guerra, indicó la especialista, estaba regida por una serie de reglas y protocolos, de tal forma que el cautivo destinado al sacrificio, no era cualquiera, sino que se trataba de aquel que se hubiera distinguido por su valor en la lucha gladiatoria, y por tanto éste daba a su captor un mayor prestigio.
Durante su reciente participación en el seminario Nuevas Perspectivas sobre el Sacrificio Humano entre los mexicas, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), González Torres destacó el papel de dominación y sujeción que llegó a simbolizar y a comunicar la inmolación humana practicada por los mexicas, debido a que era un claro mensaje del poderío de sus gobernantes, no sólo para los enemigos sino también para el pueblo en sí. Al respecto, la antropóloga refirió que un suceso que tuvo precisamente la finalidad de resaltar ese poder, fue el sacrificio masivo que se efectuó en 1487, durante el rito de consagración del Templo Mayor de Tenochtitlan por el tlatoani Ahuizotl.
A su vez, Carlos Javier González, investigador del INAH y director del Museo del Templo Mayor, explicó que el rito sacrificial relativo a la milicia, en este caso dedicado a Xipe Tótec, dios de la guerra, alcanzó un grado relevante entre los mexicas, debido a que era en el marco de la festividad a esta deidad, donde se daban los procesos de promoción o ascenso en la jerarquía militar. “De acuerdo con las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún, este festejo se denominaba tlacaxipehualiztli (desollamiento de personas) y se efectuaba del 5 al 24 de marzo. En dicho festejo los mexicas celebraban sus victorias militares recientes y se otorgaban los nuevos rangos militares”, detalló.
Otros datos que se suman a esta descripción, —añadió González—, son los aportados por el cronista Juan Bautista Pomar, quien refiere que durante esta misma celebración a Xipe Tótec pero en Texcoco, el rango que obtenían los guerreros era el de tequihua , para el cual era necesario haber capturado cuatro enemigos. “Pomar menciona que los cautivos destinados al sacrificio eran llevados en procesión y flanqueados por quien los había aprehendido y por otro guerrero que ya había alcanzado el grado de tequihua a modo de “padrino”, hasta el lugar donde eran ejecutados”, explicó. Según cita el cronista novohispano: "En el templo principal, ante el señor o rey, al guerrero le daban la dignidad de caballería, afeitándole y dándole ciertas borlas de plumas para insignia de su dignidad y valentía".
De esta manera, queda de manifiesto que el sacrificio gladiatorio realizado por los mexicas, formaba parte sustancial dentro del proceso de promoción social, concluyó González (source INAH - Sala de Prensa).
En esta competencia que a su vez reforzaba el poder de los mexicas sobre otros pueblos, al grado que la vida de los cautivos se capitalizó políticamente. “De acuerdo al número de prisioneros obtenidos en batalla, el estatus del guerrero aumentaba junto con los privilegios que se le otorgaban”, señaló la doctora Yólotl González Torres, investigadora de la Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS). El sacrificio humano practicado por los mexicas fue un instrumento de poder y de sometimiento de otros pueblos, y paralelamente significó una obsesión social e individual entre esta cultura, toda vez que representaba el lugar que cada quien ocupaba dentro de la escala social y económica en la antigua Tenochtitlan.
La guerra, indicó la especialista, estaba regida por una serie de reglas y protocolos, de tal forma que el cautivo destinado al sacrificio, no era cualquiera, sino que se trataba de aquel que se hubiera distinguido por su valor en la lucha gladiatoria, y por tanto éste daba a su captor un mayor prestigio.
Durante su reciente participación en el seminario Nuevas Perspectivas sobre el Sacrificio Humano entre los mexicas, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), González Torres destacó el papel de dominación y sujeción que llegó a simbolizar y a comunicar la inmolación humana practicada por los mexicas, debido a que era un claro mensaje del poderío de sus gobernantes, no sólo para los enemigos sino también para el pueblo en sí. Al respecto, la antropóloga refirió que un suceso que tuvo precisamente la finalidad de resaltar ese poder, fue el sacrificio masivo que se efectuó en 1487, durante el rito de consagración del Templo Mayor de Tenochtitlan por el tlatoani Ahuizotl.
A su vez, Carlos Javier González, investigador del INAH y director del Museo del Templo Mayor, explicó que el rito sacrificial relativo a la milicia, en este caso dedicado a Xipe Tótec, dios de la guerra, alcanzó un grado relevante entre los mexicas, debido a que era en el marco de la festividad a esta deidad, donde se daban los procesos de promoción o ascenso en la jerarquía militar. “De acuerdo con las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún, este festejo se denominaba tlacaxipehualiztli (desollamiento de personas) y se efectuaba del 5 al 24 de marzo. En dicho festejo los mexicas celebraban sus victorias militares recientes y se otorgaban los nuevos rangos militares”, detalló.
Otros datos que se suman a esta descripción, —añadió González—, son los aportados por el cronista Juan Bautista Pomar, quien refiere que durante esta misma celebración a Xipe Tótec pero en Texcoco, el rango que obtenían los guerreros era el de tequihua , para el cual era necesario haber capturado cuatro enemigos. “Pomar menciona que los cautivos destinados al sacrificio eran llevados en procesión y flanqueados por quien los había aprehendido y por otro guerrero que ya había alcanzado el grado de tequihua a modo de “padrino”, hasta el lugar donde eran ejecutados”, explicó. Según cita el cronista novohispano: "En el templo principal, ante el señor o rey, al guerrero le daban la dignidad de caballería, afeitándole y dándole ciertas borlas de plumas para insignia de su dignidad y valentía".
De esta manera, queda de manifiesto que el sacrificio gladiatorio realizado por los mexicas, formaba parte sustancial dentro del proceso de promoción social, concluyó González (source INAH - Sala de Prensa).
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