Wednesday, July 16, 2008

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Ancient MesoAmerica News Updates 2008, No. 67: El Manatí, Veracruz - More Information on the Massive Offering and Wooden Statuettes
Today, Wednesday July 16, 2008, the Instituto Nacional de Antropología e Historia posted an additional report on the prior excavations at El Manatí and the interpretation of the archaeological discoveries, in the present report the wooden statuettes are the main subject (edited by AMaNU) (photograph: Archivo Medios/INAH):

El enterramiento massivo en El Manatí - En el cerro El Manatí sólo se escuchan los sonidos de los guardianes de la montaña: el mono aullador, las iguanas, aves migratorias y, por supuesto, el agua. Todo lo demás es silencio y paz, como lo demandan los lugares sacros.
Precisamente ahí es donde Vicki, Chico, Goyo, Lulú, Chispa, Poc, Polo, Nacho, Cruz, Güicho, Simón, Martín, Mundo, Fabián, Dani y Macario vieron la luz del sol después de tres mil 600 años de antigüedad. Ellos son parte de las 37 esculturas de madera rescatadas por los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1989, durante la tercera fase de trabajo en El Manatí, zona que habría sido ocupada entre el año 1200 a.C., pues esa es la fecha que arrojó la prueba de Carbono 14 realizada a dos de esas píezas.
Los bustos antropomorfos tallados en madera fueron bautizados con los nombres de personas, a petición de los habitantes del Macayal, "pues había que quitarles el diablito", enfatizaron los investigadores del INAH, Ponciano Ortíz y Carmen Rodríguez, encargados del proyecto Manatí. En ese año (1200 a.C), habría ocurrido alguna calamidad, quizá fuertes inundaciones o una prolongada sequía, fue lo que obligó a la comunidad a rendir una veneración más fuerte a los dioses del agua que habitaban su cerro sagrado.
El espacio, entonces, fue objeto de un enterramiento masivo de bustos antropomorfos humanos labrados en distintos tipos de madera, que luego de estudios realizados por especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México se detectó eran jobo y ceiba, perfectamente conservadas pese al tiempo.
Los arqueólogos dijeron que la mayoría de los bustos fueron sepultados siguiendo un ritual muy cuidadoso envueltos en una especie de petate o protegidos con una fibra parecida al tule, como personas, lo que al parecer fue el inicio de la costumbre de cubrir con petate los restos de los difuntos. La fibra compuesta por tule y otros vegetales permitió la conservación de la madera por más de tres mil 500 años, pues creó las condiciones anaeróbicas adecuadas para impedir la aparición de microorganismos destructores.
Esta composición “impidió el paso del oxigeno y evitó que se crearan microorganismos que destruyeran a los bustos, además de que el agua que corre por el lugar mantuvo una temperatura estable, que permitió tanto la conservación de los bustos como la de semillas de jobo, guanábana y nanche, así como de ramos de flores y los metates con los que fueron amarrados", refirieron los investigadores.
Por ser únicos en México, la conservación actual de los bustos representó un reto para los conservadores, quienes laboraron arduamente en la creación de un método que evitara la pérdida de las esculturas. Los bustos fueron localizados debajo de amontonamientos de piedras, como señalando las tumbas. Algunos se encontraron en grupos de tres, asociados con vasijas o cajes, y otros más con restos de niños recién nacidos o nonatos.
"Estos datos nos habla de que los olmecas iniciaron con el sacrificio de niños como parte del ritual de ofrendamiento. Hasta el momento de la conquista perduró el culto y sacrificio de los niños en las ceremonias asociadas al agua y a los cultos de la fertilidad", apuntó Carmen Rodríguez. La misma investigadora comentó que los niños sacrificados eran especiales: "Sólo se escogía aquellos que tenían dos remolinos en la cabeza, pues creían que el llanto de estos menores llamaría a la lluvia".
Aunque se desconoce a quién representan los bustos, no se descarta que se trate de representaciones de jerarcas que alcanzaron un alto prestigio y que por lo tanto se pretendió inmortalizarlos. Además de los bustos, en la tercera fase se hallaron báculos de madera, cuchillos cuya empuñadura es de asfalto mezclado con arena y pelotas de hule vulcanizado, cuyo proceso de conservación aún se estudia por parte de especialistas nacionales y extranjeros.
Tras 12 años de haber concluido las temporadas de campo en El Manatí, los especialistas continúan con su trabajo tanto para los fechamientos para conocer más de la cultura olmeca. Además de los expertos del INAH, en dichos trabajos participa también un grupo interdisciplinario de especialistas de diversas instituciones académicas.
El rescate arqueológico en 1988 de El Manatí, representó el eslabón para entender algunos conceptos de la ideología olmeca que más tarde formaron parte importante de las culturas clásicas y posclásicas, precisaron los especialistas (source INAH - Sala de Prensa).

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